¿Who will love me in the winter? —Chris.
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¿Who will love me in the winter? —Chris.
Cerró la puerta, y bajó por el ascensor en donde estaba residiendo temporalmente en la ciudad, al menos hasta cuando volviera dentro de unos días a Nueva York, lugar en donde tenía su casa. Cuando su cuerpo se topó con el ambiente exterior, se abrazó a sí misma, viendo que el clima no estaba tan agradable como pensaba. Se había puesto un vestido corto negro, su pelo peinado liso hacia atrás con un efecto mojado, y una chaqueta de cuero, nada muy acorde al clima. Bueno, ¿Pero por qué habría de esperar más? Era invierno en California, y en ese sector en particular, las temperaturas llegaban a los dos grados centígrados. Las ansias de llegar no se hicieron esperar, especialmente porque había optado ir caminando, siendo que el bar donde se festejaba se encontraba a tan solo tres cuadras. Disfrutó, observó y elogió el paisaje nocturno de la vida nocturna de California, hasta que se topó con la entrada del sitio. Estaba algo aglomerado al frente, pues el bar era uno muy popular en la ciudad, y costaba entrar sin tener reservación o invitación antes.
—Maia Mitchell —dijo, identificándose ante el guardia que tenía una lista en mano. En la misma, la buscó en unos segundos, para permitirle el paso hacia dentro. Ahí, la música de fondo o ambiente, como quieran llamarle, llenó sus oídos en unos segundos. Había gente por todos lados, en la barra a la izquierda, en una pista al final, y en unos asientos encuerados a la derecha. Comenzó a buscar con la mirada a alguien que conociera, hacía mucho que no se juntaba con ese grupo de amigos y probablemente habían cambiado. Sin embargo, unos brazos la alzaron por detrás, girándola en el aire, logrando que salieran unas carcajadas de la chica.
—¡Enana, te he extrañado! —había gritado su amigo, girando su cuerpo para abrazarla. Maia sonrió y lo abrazó con la misma fuerza, exprimiéndose mutuamente.
—Lo sé, yo también, Nate. ¡Y feliz cumpleaños por cierto! —exclamó, revolviéndole el pelo ligeramente. Su amigo se rió, y se acomodó el pelo, encogiéndose de hombros. Nate era como... la versión masculina de una mejor amiga, lo apreciaba mucho y definitivamente lo consideraba un hermano.
—Un quarto de siglo, que horrible suena —indicó, ganándose una risa de la castaña. El chico suspiró. —En fín, tengo que ir adelante a arreglar unas cosas de la lista, ya sabes, siempre algo sale mal, sino no sería una fiesta. Tú ve y acomódate en donde sea, que ya te acompaño, o mando a alguien a acompañarte —espetó, guiñándole el ojo y alejándose antes de que tuviera tiempo para contestarle. Maia blanqueó los ojos ante la sentencia. Hace tiempo que insistía que necesitaba enamorarse, ponerse con alguien. Pero no entendía, que no quería algo forzado, no quería buscar, simplemente quería que... pasara. Que la sorprendiera, que llegara como un flechazo, claro, cuando eso sucediera. Por ahora no le importaba si llegaba, o no llegaba, simplemente vivía.
Como no le apetecía tener que buscar y buscar entre toda esa gente, prefirió ir a lo seguro y acercarse a la barra y sentarse en una banqueta alta; ninguno empezaba sin un buen trago en la mano por la noche, y quizás reconocería a alguno. Estuvo unos segundos sola, hasta que sintió una presencia a su costado izquierdo. Miró de reojo, y después de unos segundos, pudo deducir el nombre de a quien le pertenecía ese rostro: Chris Wood. Actor, extremadamente apuesto y probablemente amigo de Nate, porque sino de habría estado de otra manera sentado ahí. Maia suspiró y pensó durante un momento, no era vergonzosa, pero quizá le parecería extraño que le comenzara a hablar. Pero, si no lo hacía, desperdiciaría el momento, y probablemente dejaría pasar una buena conversación -especialmente, tomando en cuenta que estaba algo aburrida, en espera de alguien con quien hablar-. Así que tomó aire y se giró, encontrándose con él observando la cartilla de tragos.
—¿Qué me recomiendas? —preguntó, alzando un poco la voz, con una sonrisa, por encima de la música de fondo.
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
Flashback.
Por quinta vez se miró en el espejo, observando su atuendo, ¿estaba bien? ¿O no era demasiado informal? O a lo mejor, debería probar con algo un poco más formal. Suspiró, negando en respuesta a sus propias preguntas, a veces era peor que una mujer, así que en vez de tardarse más tiempo decidió por quedarse con esa camisa color vino, y los pantalones negros combinado con una chaqueta del mismo color de los pantalones, que seguramente terminaría por sacarse apenas llegará al lugar de festejo. Salió del hotel donde temporalmente estaba establecido, eso hasta que volviera a New York, pero sin duda alguna le estaba gustando California, tenía muchos amigos allí y cada vez que podían salían a dar un tour por toda la ciudad, haciendo cosas típicas de mejores amigos. Hacía algo de frío pero estaba algo abrigado como para amortiguar la frescura de la noche, estaba cerca del lugar de festejo por lo que decidió que caminar solamente un poco no le haría ningún mal —tampoco tenía ganas de sacar el auto —, yendo algo apresurado para no tardarse, su amigo lo mataría por llegar tarde a su cumpleaños y no quería eso para ser francos.
Cuando llegó se encontró con un hombre enorme, de su altura pero realmente ejercitado, con una lista en sus manos, suponiendo que era para controlar a los invitados. — Chris Wood. — Le dijo, esperando en el lugar hasta que el guardia le dejo pasar, haciendo que el chico sin tardarse entrará al lugar con una sonrisa en los labios, mirando a su alrededor. Le encantaba el ambiente, la luz estaba en medio tono, ni muy baja ni muy alta, también había grupo de mujeres que no tardaron en mandarle esas sonrisas coquetas, y sin duda alguna Chris les devolvió la sonrisa, buscando al cumpleañero con la mirada.
Una voz a su espalda lo hizo voltear, riendo. — ¡Chris, llegaste! — Le dijo su amigo con la felicidad enmarcada en su voz, abrazándolo fuertemente. Hacía mucho que no se veían, debía admitir que lo había extrañado realmente, era aburrido no levantarse y reírse sobre sus chistes como cuando hacían cuando vivían en el mismo apartamento. — ¿Acaso pensabas qué no vendrías? — Preguntó, con falsa indignación, separándose. — ¡Feliz cumpleaños, Nate! Todo se ve realmente bien. — Lo felicito, sin dejar de mirar a su alrededor, fijándose en cada pequeño detalle, se notaba que era una fiesta digna a la cual ir. Nate río suavemente, asintiendo. — Gracias, vale, yo me iré a controlar que todo esté bien, acomódate y bueno, eres libre a echarle ojo a quien quieras. — Le guiñó el ojo por lo último, haciendo que Chris se riera, caminando hacía la barra.
Se sentó en la banqueta, sacándose el saco negro, quedándose con solamente la camiseta color vino, arremangándosela solamente un poco, por debajo de los codos. Tomo la cartilla de tragos para observar que es lo que más le convenía, la verdad es que no se decidía, muchos le llamaban la atención, pero prefería empezar con algo más suave, lo más fuerte sería para cuando la fiesta realmente empezará. Siguió con la vista sumida hasta que escucho alguien hablarle a su lado, reconociéndola al mismo tiempo que la vio, aquella actriz cual nombre en ese momento no llegaba a recordar.
—Depende de cuáles sean tus gustos. — Sonrió coqueto, observándola ahí sentada a su lado. — Sí me lo preguntas el Bloody Mary tiene muy buena pinta. — Comentó, relamiéndose los labios, dejando la cartilla por unos segundos, estirando su mano en forma de saludo esperando que ella la tomará. — Chris, Chris Wood… Y a ti te conozco de algún lado. — Dijo, mordiéndose el labio sin saber todavía como era su nombre y de donde la conocía realmente.
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
Sonrió de inmediato, sintiendo como la melodiosa voz le había inundado los oídos. Siempre había sido un gusto para ella reconocer y sentir tonos en presencia de ella, o incluso la radio. Y escuchar palabras que salían sin necesidad alguna de ser forzada -por más que se tratara de un sitio lleno de conversaciones, música y ruido- era... satisfactorio. Era tonto, por supuesto, emocionarse por una voz. Pero era un detalle, que, en la cabeza minuciosa y apreciativa de Maia, no pasaba por alto.
—Pues personalmente tengo mejor experiencia con el ron —contestó —pero supongo que hace bien siempre probar cosas nuevas, experimentarlas —terminó, sonriéndole y tomándose el atrevimiento de pedir el trago sugerido para ambos. Y tenía razón, habiéndose olvidado momentáneamente de su leyenda de vida. Siempre había probado cambiar, explorar la diversidad. Era gracioso como un simple trago lograba que toda esa filosofía se pusiera en marcha, y bueno, probablemente el chico de al lado, tomando en cuenta que hacía mucho que no se sentaba a tomar un trago con alguien nuevo. Cuando observó aquella mano extendida, se la aceptó, con una risita al escuchar aquellas palabras, que indicaban solo desorden en su cabeza, probablemente tratando de reconocerla. —Maia Mitchell, probablemente me viste por ahí en las calles —espetó, encogiéndose de hombros y sonriendo. No le parecía necesario aclarar a que se dedicaba, si la reconocía, genial, y si no, genial también. Estaba ahí para hablar, tener un conversación y si era necesario sacar el tópico en el momento que se diera. De todas maneras, no creía que ese fuera un aspecto de mayor importancia, tan solo era su trabajo.
Antes de que pudiera acomodarse más, el barman apoyó los tragos enfrente de ellos, retirándose para probablemente atender a los demás. Otorgándole una sonrisa y una mirada a Chris, acercándose al vaso curiosa por el sabor, le dio un trago al líquido rojizo. El vodka se hizo sentir, sin embargo lo habían preparado para que tuviera presencia pero no arrebatara a los demás sabores. Había tomado tragos antes, y como había dicho, la mayoría de sus gustos estaban asociados con el ron y con los tragos frutales. Pero éste verdaderamente tenía una esencia agradable al paladar, exquisito, en definitiva. Maia cerró los ojos y soltó un risita, girándose un poco para poder observar al sugerente con orgullo.
—Y Chris, cuéntame, además de un innegable gusto en tragos —comenzó, dejando el trago sobre la mesa y apoyando su cabeza en una de sus manos —O quizás un muy desarrollado instinto —bromeó, riendo. Porque podía ser el hecho de que fuera casualidad su buena elección, pero le había dado al clavo con su elección. —¿Qué me podrías decir más de ti? —preguntó, verdaderamente intrigada. Abrió un poco los ojos y negó con la cabeza, notando que quizás no quería hablar de él, o sobre un tema, sobre cualquier cosa. —Claro que, eso solo si tú lo deseas.
—Pues personalmente tengo mejor experiencia con el ron —contestó —pero supongo que hace bien siempre probar cosas nuevas, experimentarlas —terminó, sonriéndole y tomándose el atrevimiento de pedir el trago sugerido para ambos. Y tenía razón, habiéndose olvidado momentáneamente de su leyenda de vida. Siempre había probado cambiar, explorar la diversidad. Era gracioso como un simple trago lograba que toda esa filosofía se pusiera en marcha, y bueno, probablemente el chico de al lado, tomando en cuenta que hacía mucho que no se sentaba a tomar un trago con alguien nuevo. Cuando observó aquella mano extendida, se la aceptó, con una risita al escuchar aquellas palabras, que indicaban solo desorden en su cabeza, probablemente tratando de reconocerla. —Maia Mitchell, probablemente me viste por ahí en las calles —espetó, encogiéndose de hombros y sonriendo. No le parecía necesario aclarar a que se dedicaba, si la reconocía, genial, y si no, genial también. Estaba ahí para hablar, tener un conversación y si era necesario sacar el tópico en el momento que se diera. De todas maneras, no creía que ese fuera un aspecto de mayor importancia, tan solo era su trabajo.
Antes de que pudiera acomodarse más, el barman apoyó los tragos enfrente de ellos, retirándose para probablemente atender a los demás. Otorgándole una sonrisa y una mirada a Chris, acercándose al vaso curiosa por el sabor, le dio un trago al líquido rojizo. El vodka se hizo sentir, sin embargo lo habían preparado para que tuviera presencia pero no arrebatara a los demás sabores. Había tomado tragos antes, y como había dicho, la mayoría de sus gustos estaban asociados con el ron y con los tragos frutales. Pero éste verdaderamente tenía una esencia agradable al paladar, exquisito, en definitiva. Maia cerró los ojos y soltó un risita, girándose un poco para poder observar al sugerente con orgullo.
—Y Chris, cuéntame, además de un innegable gusto en tragos —comenzó, dejando el trago sobre la mesa y apoyando su cabeza en una de sus manos —O quizás un muy desarrollado instinto —bromeó, riendo. Porque podía ser el hecho de que fuera casualidad su buena elección, pero le había dado al clavo con su elección. —¿Qué me podrías decir más de ti? —preguntó, verdaderamente intrigada. Abrió un poco los ojos y negó con la cabeza, notando que quizás no quería hablar de él, o sobre un tema, sobre cualquier cosa. —Claro que, eso solo si tú lo deseas.
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
Luego de unos minutos observándola finalmente pudo identificar de quién se trataba, Maia Mitchell, aquella famosa actriz que veía muchas veces en la televisión. Nate y el habían tenido una charla sobre ella una vez, en donde su amigo le comentaba que quería que la conociere, a lo que Chris se había negado rotundamente, no porque no quisiera, dentro suyo estaba excitado por la idea pero no tenía el tiempo para enfocarse en mujeres en ese tiempo, había sido una época súper atareada para él. Pero ahora qué tenía todo el tiempo del mundo era capaz de considerarlo dos veces, estaba de más decir cuan hermosa era aquella mujer, y lo que más le había gustado es que ella quiso iniciar la conversación, de alguna manera estaba interesada en él, lo que fue como una pequeña victoria para el chico.
Asintió, escuchando lo que decía con una sonrisa. — Bueno, yo personalmente tengo más experiencia con el vodka. — Alzó las cejas, estando de acuerdo con lo que decía. — Bueno, créeme, no te vas a arrepentir de confiar en mí está vez. — Dijo en broma, viendo como pedía el trago para ambos, viendo al barman darles la espalda poniéndose a hacer el famoso trago, Chris tenía experiencia con todo eso, su tío le había enseñado a hacer miles de diferentes bebidas alcohólicas, trabajo una vuelta junto a él cuándo necesito trabajo pero obviamente ya tenía algo fijo y no necesitaba porque hacerlo. — Sí, se quién eres. Aquella chica de la televisión, de una película. — Comentó, riéndose en la forma que se dirigió a ella. — No me he hecho entender bien pero supongo que has captado lo que quise decir. — Trató de explicar luego, relamiéndose los labios.
La bebida se poso delante de los ojos de ambos, sin tardar vio como la chica tomaba su vaso, sonriéndole antes de darle un trago. Dentro suyo estaba segurísimo de que le gustaría, aunque no le conociera en ningún aspecto aun a la mayoría de las personas terminaba por gustarles aquella bebida. Cuando escucho su risita un cosquilleo subió por su espalda, haciéndole soltar una carcajada por lo bajo junto a ella, estando orgulloso de sí mismo. Le había gustado. Aprovecho el momento para escuchar lo que le decía y tomar el un poco de su vaso, sintiendo el liquido pasarle por la garganta suavemente, dejándole un buen sentimiento de calidez en el cuerpo. — Está bien, no pasa nada, me gusta que seas curiosa. — Negó varias veces, haciéndole saber que no le molestaba que preguntará, sonriendo. — Bueno, a decir verdad no hay mucho que contar sobre mí. ¿Quieres saber algo en especial?
En ese momento no se le ocurrían muchas cosas que decir, no se consideraba una persona con una vida totalmente interesante, sacándole el hecho de que a algunas personas les gustaba cotillear en esta solamente por ser famoso en algunas ocasiones. — Ahora mismo podría decirte simplemente que nací en Dublin, Ohio. Y, soy actor, pero supongo que eso ya lo sabes. Oh y bueno, que me pareces ridículamente hermosa. — Río por lo bajo, tomando un poco de su trago y mirándola con el rabillo del ojo, sonriendo plácidamente.
Asintió, escuchando lo que decía con una sonrisa. — Bueno, yo personalmente tengo más experiencia con el vodka. — Alzó las cejas, estando de acuerdo con lo que decía. — Bueno, créeme, no te vas a arrepentir de confiar en mí está vez. — Dijo en broma, viendo como pedía el trago para ambos, viendo al barman darles la espalda poniéndose a hacer el famoso trago, Chris tenía experiencia con todo eso, su tío le había enseñado a hacer miles de diferentes bebidas alcohólicas, trabajo una vuelta junto a él cuándo necesito trabajo pero obviamente ya tenía algo fijo y no necesitaba porque hacerlo. — Sí, se quién eres. Aquella chica de la televisión, de una película. — Comentó, riéndose en la forma que se dirigió a ella. — No me he hecho entender bien pero supongo que has captado lo que quise decir. — Trató de explicar luego, relamiéndose los labios.
La bebida se poso delante de los ojos de ambos, sin tardar vio como la chica tomaba su vaso, sonriéndole antes de darle un trago. Dentro suyo estaba segurísimo de que le gustaría, aunque no le conociera en ningún aspecto aun a la mayoría de las personas terminaba por gustarles aquella bebida. Cuando escucho su risita un cosquilleo subió por su espalda, haciéndole soltar una carcajada por lo bajo junto a ella, estando orgulloso de sí mismo. Le había gustado. Aprovecho el momento para escuchar lo que le decía y tomar el un poco de su vaso, sintiendo el liquido pasarle por la garganta suavemente, dejándole un buen sentimiento de calidez en el cuerpo. — Está bien, no pasa nada, me gusta que seas curiosa. — Negó varias veces, haciéndole saber que no le molestaba que preguntará, sonriendo. — Bueno, a decir verdad no hay mucho que contar sobre mí. ¿Quieres saber algo en especial?
En ese momento no se le ocurrían muchas cosas que decir, no se consideraba una persona con una vida totalmente interesante, sacándole el hecho de que a algunas personas les gustaba cotillear en esta solamente por ser famoso en algunas ocasiones. — Ahora mismo podría decirte simplemente que nací en Dublin, Ohio. Y, soy actor, pero supongo que eso ya lo sabes. Oh y bueno, que me pareces ridículamente hermosa. — Río por lo bajo, tomando un poco de su trago y mirándola con el rabillo del ojo, sonriendo plácidamente.
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
Le gustaba lo fluida que estaba resultando la conversación, y en consecuencia positiva, la noche también. No habían faltado aquellos inicios complicados, algo agrios y secos, donde las palabras parecían ser forzadas simplemente para no ser irrespetuosos y salir corriendo de ahí. La laca de interés y, más que nada, voluntad de parte de quien se había acercado, era un elemento que había resultado en un fracaso. Y por ahora, la noche estaba siendo bastante... exitosa. Chris estaba resultando en todo lo contrario, claro que faltaba mucho por delante, pero se notaba interesado, y ella también, en pasar un buen momento. No como experiencias pasadas, de las cuales no quería ni recordar.
Maia no pudo evitar sonreír, hasta que esa mueca de alegría se terminó transformando en una risa abierta. —Chica de la televisión... —canturreó, levemente, arrastrando las palabras. Maia asintió, impresionada. —Esa es nueva, me has sorprendido —murmuró, acariciando su vaso, mordiéndose el labio para no reír otra vez.
Tomó otro trago del que sería, probablemente, el mejor trago que probó en meses. Le gustaba explorar diferentes sabores, opciones variadas en lo que se refería al alcohol. Aunque siempre disfrutaba tomar con moderación, nunca pasándose del límite, por más que ella no fuera la conductora designada o le pesara otro cargo. Sonrió cuando le dio luz verde para, mmm... ¿Quizás investigar? No, curiosear, o adquirir algún dato sobre él. —Oh, vamos —espetó, sonriendo y negando con la cabeza, chasqueando su lengua en el camino. —Por supuesto que quiero saber de ti, sino nunca habría utilizado de excusa el trago para acercarme —rió, sonrojándose ligeramente ante tal confesión, voluntaria, vale aclarar —Sé que hay cosas que me interesan de tí, aún si no tú no las encuentras interesantes —espetó, en un murmuro, alzando una ceja y mirándolo con fijeza. Probablemente un desafío a que le contara, o una simple invitación. Pero no habían dudas de que quería saber al menos algunos datos, semi-relevantes, de con quien compartía una copa.
Maia estaba tomando otro trago, yendo despacio, asintiendo ante la primera información directa de su boca. Una simple data de su ciudad natal, su trabajo -el cual ya conocía-; sin embargo, un ahogo con la bebida se le fue proporcionado cuando le tiró unas últimas palabras. La tos fue leve, no demasiado exagerada, pero una diminuta consecuencia del cumplido que le había hecho. Maia rió y lo miró a los ojos, bajando la mirada, sin poder aguantar. —Oh, vaya, es bueno saberlo. Especialmente sobre el piropo... —si hubiera tenido el pelo en la cara, probablemente se hubiera acomodado un mismo pelo detrás de su oreja diez veces, al menos. La manía de hacerlo cuando sentía ese cosquilleo trepar por su espalda, hasta erizar los pelos de su nuca. Aunque... éste quizás era un tanto diferente. Se acomodó la garganta, y se cruzó de piernas, girándose hacia él, y apoyó un brazo en la mesada del bar, siendo su cuerpo y su mirada quienes mostraban un mayor interés repentino en sus palabras. —Y no vayas a sorprenderte demasiado, pero me siento obligada a admitir que también eres increíblemente apuesto —espetó, levantando una de las comisuras de su boca. —Y creo que eso es todo lo que tengo por decir —sentenció, echando la cabeza para atrás, riéndose en el proceso, para finalmente tapar su cara con sus manos, suspirando con una sonrisa. —Dios perdóname, soy muy mala respondiendo a los cumplidos.
Maia no pudo evitar sonreír, hasta que esa mueca de alegría se terminó transformando en una risa abierta. —Chica de la televisión... —canturreó, levemente, arrastrando las palabras. Maia asintió, impresionada. —Esa es nueva, me has sorprendido —murmuró, acariciando su vaso, mordiéndose el labio para no reír otra vez.
Tomó otro trago del que sería, probablemente, el mejor trago que probó en meses. Le gustaba explorar diferentes sabores, opciones variadas en lo que se refería al alcohol. Aunque siempre disfrutaba tomar con moderación, nunca pasándose del límite, por más que ella no fuera la conductora designada o le pesara otro cargo. Sonrió cuando le dio luz verde para, mmm... ¿Quizás investigar? No, curiosear, o adquirir algún dato sobre él. —Oh, vamos —espetó, sonriendo y negando con la cabeza, chasqueando su lengua en el camino. —Por supuesto que quiero saber de ti, sino nunca habría utilizado de excusa el trago para acercarme —rió, sonrojándose ligeramente ante tal confesión, voluntaria, vale aclarar —Sé que hay cosas que me interesan de tí, aún si no tú no las encuentras interesantes —espetó, en un murmuro, alzando una ceja y mirándolo con fijeza. Probablemente un desafío a que le contara, o una simple invitación. Pero no habían dudas de que quería saber al menos algunos datos, semi-relevantes, de con quien compartía una copa.
Maia estaba tomando otro trago, yendo despacio, asintiendo ante la primera información directa de su boca. Una simple data de su ciudad natal, su trabajo -el cual ya conocía-; sin embargo, un ahogo con la bebida se le fue proporcionado cuando le tiró unas últimas palabras. La tos fue leve, no demasiado exagerada, pero una diminuta consecuencia del cumplido que le había hecho. Maia rió y lo miró a los ojos, bajando la mirada, sin poder aguantar. —Oh, vaya, es bueno saberlo. Especialmente sobre el piropo... —si hubiera tenido el pelo en la cara, probablemente se hubiera acomodado un mismo pelo detrás de su oreja diez veces, al menos. La manía de hacerlo cuando sentía ese cosquilleo trepar por su espalda, hasta erizar los pelos de su nuca. Aunque... éste quizás era un tanto diferente. Se acomodó la garganta, y se cruzó de piernas, girándose hacia él, y apoyó un brazo en la mesada del bar, siendo su cuerpo y su mirada quienes mostraban un mayor interés repentino en sus palabras. —Y no vayas a sorprenderte demasiado, pero me siento obligada a admitir que también eres increíblemente apuesto —espetó, levantando una de las comisuras de su boca. —Y creo que eso es todo lo que tengo por decir —sentenció, echando la cabeza para atrás, riéndose en el proceso, para finalmente tapar su cara con sus manos, suspirando con una sonrisa. —Dios perdóname, soy muy mala respondiendo a los cumplidos.
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
Se estaba tomando el tiempo de observar a la chica con atención, prestando atención a cualquier cosa que la componía, sus ojos, su nariz, sus labios, su cabello y así, tratando de ser lo más discreto posible mientras la miraba, le gustaba, recién habrían pasado minutos que habían comenzado su charla pero le era imposible no sentirse atraído a ella de una manera que no terminaba de entender, le gustaba, así de simple. Las cosas fluían sin ninguna presión lo que era algo bueno también, ya que cuando el ambiente era incomodo o forzado las cosas no terminaban por salir en nada bien, pero este era el caso contrarió, el se sentía muy cómodo y notaba que la chica se encontraba de la misma manera, todo iba fluyendo con lentitud, sin apuro.
Se le contagió la risa, riendo por lo bajo mientras que negaba con la cabeza, como si lo que dijo hubiera sido idiotez, y lo fue, por no saber cómo expresarse de la mejor manera posible. — Bueno, al menos te saque una sonrisa, ¿no? — Dijo con aire victorioso, bromeando y al mismo tiempo no, sin dejar de sonreír. No sabía que contarle sobre él, su vida era poco interesante y dentro de todo totalmente común y corriente, no le pasaban muchas cosas excitantes que fuera capaz de contar en ese momento pero pensó, tratando de buscar algo que contarle. Río. — Bueno, chica de la televisión. La verdad es que no encuentro mi vida algo bastante interesante, pero como te encuentras tan interesada en saber sobre mí voy a tratar de encontrar algo para contarte. — Prometió, tratando de esforzarse y pensar.
Relamió sus labios, causándole algo de gracia haber tenido ese impacto en la chica, viéndole acercarse y en el proceso haciendo lo mismo que ella, quedando a una distancia aprobada de su rostro, observándole hacer y escuchar. — Es bueno saberlo. — Comentó luego de escuchar que él le parecía guapo, con una sonrisa coqueta en sus labios, echándose atrás copiando la acción de Maia luego de que ella hiciera lo mismo, viendo como esta se tapaba la cara con las manos, haciendo que el chico riera, tomando un sorbo de su bebida. — Va, no eres mala. Creo que su hubieras sido mala con el cumplido no me hubieran dado ganas de besarte. — Anunció, sabiendo que esas palabras crearían otra reacción en la chica, de las cuales a el tanto le gustaban y eso que recién se conocían.
Chasqueó la lengua. — Acabo de recordar algo para contarte. Para que te sientas un poco mejor, sí te piensas que eres mala respondiendo un cumplido solamente piensa en que yo una vez, cuando tenía… 14 años, o rodando, era mi primera cita, me había animado a invitar a salir a la chica más bonita de la escuela, ella había dicho que sí. La lleve a tomar un helado y en el mismo preciso instante que ella me dijo lo guapo que le parecía tiré mi helado encima de mí ropa. No solo perdí una gran oportunidad, sino que también manche mi remera favorita. — Río, negando a tal recuerdo. — Vamos ríete, se que quieres. — Le dijo, claramente bromeando. Era absolutamente verdad, había pasado la vergüenza de su vida, pero eso le había enseñado a mejor en el futuro. — ¿Sigues pensando que eres mala con los cumplidos?
Se le contagió la risa, riendo por lo bajo mientras que negaba con la cabeza, como si lo que dijo hubiera sido idiotez, y lo fue, por no saber cómo expresarse de la mejor manera posible. — Bueno, al menos te saque una sonrisa, ¿no? — Dijo con aire victorioso, bromeando y al mismo tiempo no, sin dejar de sonreír. No sabía que contarle sobre él, su vida era poco interesante y dentro de todo totalmente común y corriente, no le pasaban muchas cosas excitantes que fuera capaz de contar en ese momento pero pensó, tratando de buscar algo que contarle. Río. — Bueno, chica de la televisión. La verdad es que no encuentro mi vida algo bastante interesante, pero como te encuentras tan interesada en saber sobre mí voy a tratar de encontrar algo para contarte. — Prometió, tratando de esforzarse y pensar.
Relamió sus labios, causándole algo de gracia haber tenido ese impacto en la chica, viéndole acercarse y en el proceso haciendo lo mismo que ella, quedando a una distancia aprobada de su rostro, observándole hacer y escuchar. — Es bueno saberlo. — Comentó luego de escuchar que él le parecía guapo, con una sonrisa coqueta en sus labios, echándose atrás copiando la acción de Maia luego de que ella hiciera lo mismo, viendo como esta se tapaba la cara con las manos, haciendo que el chico riera, tomando un sorbo de su bebida. — Va, no eres mala. Creo que su hubieras sido mala con el cumplido no me hubieran dado ganas de besarte. — Anunció, sabiendo que esas palabras crearían otra reacción en la chica, de las cuales a el tanto le gustaban y eso que recién se conocían.
Chasqueó la lengua. — Acabo de recordar algo para contarte. Para que te sientas un poco mejor, sí te piensas que eres mala respondiendo un cumplido solamente piensa en que yo una vez, cuando tenía… 14 años, o rodando, era mi primera cita, me había animado a invitar a salir a la chica más bonita de la escuela, ella había dicho que sí. La lleve a tomar un helado y en el mismo preciso instante que ella me dijo lo guapo que le parecía tiré mi helado encima de mí ropa. No solo perdí una gran oportunidad, sino que también manche mi remera favorita. — Río, negando a tal recuerdo. — Vamos ríete, se que quieres. — Le dijo, claramente bromeando. Era absolutamente verdad, había pasado la vergüenza de su vida, pero eso le había enseñado a mejor en el futuro. — ¿Sigues pensando que eres mala con los cumplidos?
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
A Maia le dolían las mejillas de tanto sonreír, lo cual no era raro en ella. Pero no se cansaba de hacerlo, y es que le era inevitable no sonreír en presencia de él. Un calor extraño, una mezcla de emociones. Miradas divertidas, de complicidad, una alegría innegable. No recordaba -a manos de un extraño- la última vez que la había pasado tan bien con alguien. Por supuesto que era atractivo, lo había admitido; pero su esencia lo era aún más. Y eso le encantaba. Tantas emociones, tantas expresiones, recordó una canción de uno de sus artistas favoritos, una parte de la letra iba totalmente acorde a la situación: "I can't feel my face when i'm with you, but I love it" se rió, creyéndose un poco tonta por que se le viniera eso a la cabeza, no obstante, no podía evitarlo. Las letras lo decían y ella también, valga la redundancia: Le dolía la cara de tanto sonreír, pero le encantaba.
—Sigo sin creerte, pero espero tu anécdota —y de verdad le causaba curiosidad. Era un aspecto más para conocer de él y sabía que, grande o pequeña, sus oídos estarían a gusto con cualquier cosa que le contara, fuese una historia, un detalle, alguna curiosidad, cualquier cosa. No habría nada que desechar. Por supuesto que cuando llegase su momento, sería algo distinto de lo que acostumbraba. Sería ella misma, contando alguna curiosidad suya, por supuesto. Pero evitaría algún detalle de cuando corría en pañales o algo por el estilo.
Podría haberse recompuesto. Probablemente, quedarse tranquila y seguir conversando sin necesidad de andar sonrojándose. No le molestaba, le encantaban los cumplidos. Pero el hecho de que algo de lo que tenía que avergonzarse, terminó siendo un incentivo para Chris que estaba al lado, pues por dentro sentía que se estaba quemando. Tosió un poco, debido a que estaba tomando un trago justo en el momento en que soltó la confesión. Se acomodó el vestido, una especie de acto ante tal nerviosismo y se aclaró la garganta, mirándolo a los ojos. —¿Mi sonrojo causó eso? —preguntó, soltando una risita. —Pues, no has hecho nada más que hablarme unos minutos y también siento lo mismo —decidió por confesarse, una lucha interna por no sonrojarse —Pero supongo que esperaré a la escena cliché de cuando me lleves hasta la puerta de mi casa —insinuó, en otra confesión, donde el mensaje simplemente daba una idea de que quería pasar más con él. No le veía el porque no. Seguramente su amigo estaría ocupado -y contento de que la viera interactuando al fin con un chico, con algún coqueteo entre líneas-, y no tenía a nadie más: ninguno con los que se hablaba regularmente había podido asistir, entonces ¿Porqué dejar ir al chico en quien estaba interesada en seguir hablando y conociendo?
Cuando al fin empezó a escuchar su anécdota, se acomodó hacia delante, apoyando su cabeza en su mano para escuchar con atención. No podría esperar más de él, le había causado gracia, tanto que se animó a soltar una carcajada, cerrando los ojos y arrugando la nariz. Antes de eso, se había deleitado observando su cara, todas sus facciones que indicaban como se permitía viajar por sus recuerdos. Seguramente pasó una de las peores verguenzas de su vida, pero al final del día, en el presente, era algo con lo cual se permitía sonreír, seguramente. Terminó de reírse, y logró articular palabras. —¿Ves que tenías algo interesante? —rió, negando con la cabeza. —Lo que no termino de entender es porque fue una oportunidad perdida. Seguramente tenía miles de remeras de sobra, porque yo en su lugar hubiera utilizado ese desastre para sacar un beneficio —espetó, blanqueando los ojos. Se acomodó en su lugar, dejando unos segundos para implementar el elemento del misterio y lo miró, sonriendo. —: Una segunda cita —terminó de declarar. Rió ante sus siguientes palabras y asintió con la cabeza. —Oh, es un hecho que soy mala con los cumplidos, pero me da alivio encontrar a alguien probablemente peor que yo —bromeó, golpeando su hombros juguetonamente. En los próximos segundos, decidió que sería conveniente realizar una pregunta, que, aunque no daba signos o señales algunas, no estaba de más preguntar. Por más que le atrajera, quería evitar estar con alguien que ya... andaba en algo. Ya sea por falsas esperanzas, o por esquivar un conflicto. —¿Y ahora? ¿Tienes a alguien en tu vida?
—Sigo sin creerte, pero espero tu anécdota —y de verdad le causaba curiosidad. Era un aspecto más para conocer de él y sabía que, grande o pequeña, sus oídos estarían a gusto con cualquier cosa que le contara, fuese una historia, un detalle, alguna curiosidad, cualquier cosa. No habría nada que desechar. Por supuesto que cuando llegase su momento, sería algo distinto de lo que acostumbraba. Sería ella misma, contando alguna curiosidad suya, por supuesto. Pero evitaría algún detalle de cuando corría en pañales o algo por el estilo.
Podría haberse recompuesto. Probablemente, quedarse tranquila y seguir conversando sin necesidad de andar sonrojándose. No le molestaba, le encantaban los cumplidos. Pero el hecho de que algo de lo que tenía que avergonzarse, terminó siendo un incentivo para Chris que estaba al lado, pues por dentro sentía que se estaba quemando. Tosió un poco, debido a que estaba tomando un trago justo en el momento en que soltó la confesión. Se acomodó el vestido, una especie de acto ante tal nerviosismo y se aclaró la garganta, mirándolo a los ojos. —¿Mi sonrojo causó eso? —preguntó, soltando una risita. —Pues, no has hecho nada más que hablarme unos minutos y también siento lo mismo —decidió por confesarse, una lucha interna por no sonrojarse —Pero supongo que esperaré a la escena cliché de cuando me lleves hasta la puerta de mi casa —insinuó, en otra confesión, donde el mensaje simplemente daba una idea de que quería pasar más con él. No le veía el porque no. Seguramente su amigo estaría ocupado -y contento de que la viera interactuando al fin con un chico, con algún coqueteo entre líneas-, y no tenía a nadie más: ninguno con los que se hablaba regularmente había podido asistir, entonces ¿Porqué dejar ir al chico en quien estaba interesada en seguir hablando y conociendo?
Cuando al fin empezó a escuchar su anécdota, se acomodó hacia delante, apoyando su cabeza en su mano para escuchar con atención. No podría esperar más de él, le había causado gracia, tanto que se animó a soltar una carcajada, cerrando los ojos y arrugando la nariz. Antes de eso, se había deleitado observando su cara, todas sus facciones que indicaban como se permitía viajar por sus recuerdos. Seguramente pasó una de las peores verguenzas de su vida, pero al final del día, en el presente, era algo con lo cual se permitía sonreír, seguramente. Terminó de reírse, y logró articular palabras. —¿Ves que tenías algo interesante? —rió, negando con la cabeza. —Lo que no termino de entender es porque fue una oportunidad perdida. Seguramente tenía miles de remeras de sobra, porque yo en su lugar hubiera utilizado ese desastre para sacar un beneficio —espetó, blanqueando los ojos. Se acomodó en su lugar, dejando unos segundos para implementar el elemento del misterio y lo miró, sonriendo. —: Una segunda cita —terminó de declarar. Rió ante sus siguientes palabras y asintió con la cabeza. —Oh, es un hecho que soy mala con los cumplidos, pero me da alivio encontrar a alguien probablemente peor que yo —bromeó, golpeando su hombros juguetonamente. En los próximos segundos, decidió que sería conveniente realizar una pregunta, que, aunque no daba signos o señales algunas, no estaba de más preguntar. Por más que le atrajera, quería evitar estar con alguien que ya... andaba en algo. Ya sea por falsas esperanzas, o por esquivar un conflicto. —¿Y ahora? ¿Tienes a alguien en tu vida?
Re: ¿Who will love me in the winter? —Chris.
No habría pasado mucho tiempo desde que habían establecido una conversación pero estaba totalmente a gusto, nunca en su vida se había reído tanto estando con una mujer que recién conocía, eso era lo que le llamaba más que nada la atención, que las mejillas ya le dolían, como si no pudiera dejar de mostrarse divertido por sus palabras. Deseaba que esa noche no terminara nunca, y el simple hecho de que en algún momento lo haría le molestaba profundamente, tratando de negarse a sí mismo la molestia hasta que fuera el momento, tratando de disfrutar al máximo en ese mismo momento, riéndose al unisonó. Le parecía realmente atractiva, aunque estaba seguro que la atracción no todo se trataba por si la persona era linda o algo por el estilo, podría haber miles de mujeres que el chico considerará así, pero ninguna se terminaba de ganar totalmente su atención por el simple hecho de que eran tontas por así decir.
Apenas la chica se arreglo el vestido con cuidado, riendo no pudo evitar echar una ojeada a su cuerpo esbelto. Él vestido le quedaba fabuloso, y era inevitable no poder no mirar un poco. Pero obviamente, su mirada no era para nada descarada, era lenta, más bien delicada, como si se tomará el tiempo de prestar atención a detalle por detalle. Sus ojos se volvieron a los de ella cuando su persona capto que estaba hablando, mirándola fijamente con una sonrisa media en los labios. — Bueno, creo que puedo aguantarme hasta el momento. — Le dijo, guiñándole el ojos con algo de gracia. Había sido una clara invitación a que no quería dejar de hablar con él, lo que había causado una especie de revoltijo en su estomago de felicidad. — Pues. ¿Te digo la verdad? Nunca la había pasado tan bien hablando con una mujer, y no es broma. — Terminó por confesarse, queriendo que ella supiera que estaba causando el mismo efecto en él.
Le había gustado que su anécdota le causara gracia, le había gustado más que nada hacerla reír como lo hizo. Su carcajada se le había contagiado, riendo junto a ella y sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal, acariciándose los brazos, tratando de hacer que el erice de su piel se fuera, como simple estímulo a tal reacción. — Era chico. Después de eso ni siquiera sabía cómo mirarla a la cara, cada vez que la miraba terminaba por parecerme a un tomate. — Río de sí mismo, negando mientras recordaba cada memoria con perfección, sin poder evitar la risa.
Volvió su mirada a la chica cuando escucho sus palabras, sonriendo. — Bueno, cada vez que sientas que eres mala con los cumplidos puedes acordarte de mi desastrosa primera cita cuando tenía solamente 14 años. — Aseguró. — Aunque ahora es diferente. Quién sabe, a lo mejor me toque salir en una cita con alguna chica que valga la pena. — Comentó, como dándole una indirecta, para que supiera de que era lo que estaba hablando, soltando una risa por lo bajo.
Arrugó la nariz, no con asco, sino como signo de que no tenía la suerte —aunque era de esos que se encontraban felices con su soltería —, negando varias veces a su pregunta. — No, a nadie. Digamos que en estas circunstancias siendo quién soy, no es por arrogancia, pero es difícil encontrar alguien que realmente este interesado en tu persona, ¿entiendes a que me refiero? — Contesto, rascándose luego el cuello levemente. — ¿Y qué hay de ti? ¿Alguien en tú vida? — Alzó una ceja, esperando su respuesta aunque ya la supiera de antemano. Era más una hipótesis el que estuviera sola, era lo más probable, no creía que estuviera coqueteando mientras tenía novio pero siempre era importante asegurarse de no estar equivocado.
Apenas la chica se arreglo el vestido con cuidado, riendo no pudo evitar echar una ojeada a su cuerpo esbelto. Él vestido le quedaba fabuloso, y era inevitable no poder no mirar un poco. Pero obviamente, su mirada no era para nada descarada, era lenta, más bien delicada, como si se tomará el tiempo de prestar atención a detalle por detalle. Sus ojos se volvieron a los de ella cuando su persona capto que estaba hablando, mirándola fijamente con una sonrisa media en los labios. — Bueno, creo que puedo aguantarme hasta el momento. — Le dijo, guiñándole el ojos con algo de gracia. Había sido una clara invitación a que no quería dejar de hablar con él, lo que había causado una especie de revoltijo en su estomago de felicidad. — Pues. ¿Te digo la verdad? Nunca la había pasado tan bien hablando con una mujer, y no es broma. — Terminó por confesarse, queriendo que ella supiera que estaba causando el mismo efecto en él.
Le había gustado que su anécdota le causara gracia, le había gustado más que nada hacerla reír como lo hizo. Su carcajada se le había contagiado, riendo junto a ella y sintiendo un escalofrío recorrerle la espina dorsal, acariciándose los brazos, tratando de hacer que el erice de su piel se fuera, como simple estímulo a tal reacción. — Era chico. Después de eso ni siquiera sabía cómo mirarla a la cara, cada vez que la miraba terminaba por parecerme a un tomate. — Río de sí mismo, negando mientras recordaba cada memoria con perfección, sin poder evitar la risa.
Volvió su mirada a la chica cuando escucho sus palabras, sonriendo. — Bueno, cada vez que sientas que eres mala con los cumplidos puedes acordarte de mi desastrosa primera cita cuando tenía solamente 14 años. — Aseguró. — Aunque ahora es diferente. Quién sabe, a lo mejor me toque salir en una cita con alguna chica que valga la pena. — Comentó, como dándole una indirecta, para que supiera de que era lo que estaba hablando, soltando una risa por lo bajo.
Arrugó la nariz, no con asco, sino como signo de que no tenía la suerte —aunque era de esos que se encontraban felices con su soltería —, negando varias veces a su pregunta. — No, a nadie. Digamos que en estas circunstancias siendo quién soy, no es por arrogancia, pero es difícil encontrar alguien que realmente este interesado en tu persona, ¿entiendes a que me refiero? — Contesto, rascándose luego el cuello levemente. — ¿Y qué hay de ti? ¿Alguien en tú vida? — Alzó una ceja, esperando su respuesta aunque ya la supiera de antemano. Era más una hipótesis el que estuviera sola, era lo más probable, no creía que estuviera coqueteando mientras tenía novio pero siempre era importante asegurarse de no estar equivocado.